martes, 27 de marzo de 2012

Premonición

Leyó una vez más la cadena de mensajes. En cierto punto todavía no sabía por qué estaba yendo. Lo había querido muchísimo, había aprendido muchas cosas pero tenía tanto miedo de tocar alguna herida que creía sanada. Estaba llegando temprano, sin embargo caminaba rápido, quería sentarse en la mesa sola un rato. No tenía idea por qué había elegido el bar de la esquina de la casa de sus viejos. Quizás porque en esa misma esquina fue donde se encontraron por primera vez. Llegó y él ya estaba ahí, esperándola. Tenía el pelo más blanco pero la misma mirada de siempre. Ella se sentó y se apuró a buscar en su cartera el paquete de cigarrillos, no recordaba la última vez que había dejado pasar más de una hora sin fumar. Le ofreció pero él le explicó que hacía dos años que ya no fumaba. Se la quedó mirando, observó cómo accionaba el encendedor con esa inercia de los fumadores crónicos, y eso que no hacía tanto que había incorporado el vicio. La vio mucho más adulta, seria, pero con el mismo sentido del humor. La vio crecida pero conservaba la misma sonrisa de siempre. Él estaba más callado, más observador, estaba solo. Ella ahora vivía sola pero seguía atareada con miles de cosas, sin tiempo para nada y con muchos proyectos para el futuro. Ambos pensaron al verse en todo lo que se habían querido y por un momento creyeron que era posible reconciliación o nuevo plazo pero ella sabía que la amistad entre el hombre y la mujer no existe y él la vio independiente, ocupada, no quiso quitarle más tiempo que ese café.

No hay comentarios:

Publicar un comentario