miércoles, 30 de junio de 2010

Embriáguense

Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos corrompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.
Y si a veces, sobre las gradas del palacio, sobre la hierba verde de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida, ustedes se despiertan, pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, el pájaro, el reloj, contestarán: "¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca."

Charles Baudelaire

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